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                                 LA LLORONA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por el vasto territorio nacional se tienen tantas leyendas sobre fantasías de la llorona que bien se personificaría en una para cada parte tomando el regionalismo del lugar en que se aparece.


Inmemorables son los tiempos de apariciones en la colonia Emilio Carranza; Por los cuatro puntos cardinales, el lugar ofrece ser los arroyos con parajes Con los que la naturaleza monta especiales escenario son los que la Llorona A sido actriz primigenia para las miedosas aflicciones de los moradores de aquel terruño nacido con el nombre de “Picacho”. Por las noches, el curso de la voz llantosa expresión ¡A a ay mis hijos s s! Retumban en los cerros de La Silleta, el fuste, El Cuije, Canoas y El Picacho.

Cuando hay tormentas, primero entre fulgurantes rayos, centellas y truenos que alteran la negrura del cielo, son intercaladas las dolientes frases buscadoras de los hijos que seguramente se adivinan un serio peligro.

Después; Entre el concierto musical de cascadas, con rodantes y prolongados zumbidos de los caudales de los arroyos de “Aguas Muertas”, “Las Palomas”, “Arroyo de en Medio”, “Arrollo del Fuste”, “Las Agujas”, “Arroyo del Bajío del Hinojo” o “Charco de la Borrega” que unidos en “La Tijera” van a la Presa de San Maros, pasand antes por “El Molino” ¡A a ay mis hijos s s! es comparsa mientras fluyen las crecientes por toda la noche de intranquilidad.

Cuenta los que dicen contaban otros contadores de historias al respecto, Que la llorona ha sido vista y escuchada por pastores, Agricultores y habitantes de esa comarca; Y que después de la resignación de la fallida búsqueda; las ondas sonoras se advierten alejándose hasta la cúspide del “Picacho” Donde espera tiempos con mejor suerte para encontrarse con sus hijos; desde hace siglos.

La reincidencia de su presencia a lo largo de los arroyos dicen; Tiene relación con los niños que ahogados Han perecido como es el caso de los Hermanos Bárcenas. Dos niños de 10 y 12 años que arrastrados por las aguas fueron localizados hasta el día siguiente, uno en Rancho Nuevo Y otro después de la presa “El Molino”; encontrado por Daniel Herrada y Efraín Torres. La creciente los había atrapado desde las cuatro de la tarde.

Caso similar el de Pedro que junto con Jesús Guerra, salieron a juntar leña, llovió muy fuerte y bajaron la del arroyo de “Las Palomas” encontrando refugio en dos pequeñas cuevas; Pedro ocupó la de la parte alta de la corriente Y Jesús la de abajo. El agua fue aumentando y Pedro, sintiendo que el nivel entraría a la cueva tratando de escalar, Hizo una piedra que se desplomó y lo arrojó a la creciente; Jesús que estaba a 30 metros lo vio pasar frente a su resguardo con desesperados manotazos; pero sin la posibilidad de poder ayudarlo; cuando el agua le permitió salir, se fue a su casa en la Colonia y con profunda tristeza decía a quienes le preguntaban por el: PEDRO YA NO REGRESARÁ…

Al día siguiente su cadáver fue encontrado los barbechos de lo que fue el vaso de la presa “El Molino”.

Esas noches de angustiosa espera, los pobladores de Emilio Carranza, con práctica de encierro, Bajo la penumbra de la débil luz de quinqués de petróleo, escucharon con claridad alucinante ¡A a ay mis hijos s s! ¡A a ay mis hijos s s!

Cierta noche de fuertes lluvias por los años setentas, la llorona después de ser escuchada las orillas del arroyo de “Aguas Muertas” intituló a mucho a Marianita, que buscó disipar su miedo en la compañía de Rafael, su esposo, Quien armándose de Valor salió ante la cercanía del grito y sorprendió la llorona posada sobre una barda Y ante la penetrante y fuerza de la vista de Rafael; mágicamente se ausentó la oscuridad de la noche Y por largo tiempo no volvió a saberse de su presencia por el lugar; sabiéndose más tarde que Incisivo llanto se dejaba oír por las comunidades cercanas como El Refugio y El Hinojo entre otras, creando el estupor en la colonia Emilio Carranza.

No es novedoso en ciertos lugares Emerjan personajes con la afición motivada ya por dar vigencia a las leyendas, ya por convencer a incrédulos de su parranda o por la práctica de bromas colectivas; Se convierten en protagonistas de lo que empezó a suceder muchos años antes.

La crónica de las apariciones de La Llorona en la colonia Emilio Carranza es del dominio de todos los habitantes.

Texto: Enrique Ángel Reyes V.
Imagen ilustrativa; no refleja el relato de esta historia.
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